CEB – La infelicidad de la felicidad con minuscula.

“Epimeleia” significa “cuidar de uno mismo”, de forma amplia. En el post anterior de nutrición presentamos esta idea de forma gráfica en “el pentágono del bienestar”: cinco actividades/ aspectos a tener en cuenta y trabajar de forma habitual para cultivar una vida plena: conocimiento, meditación, yoga, ejercicio físico y nutrición. Comentamos que podíamos “adaptar” esta idea y construirnos un “hexágono del bienestar”, un “dodecaedro del bienestar” o el polígono adecuado. Que la idea no era hacer un modelo estático, objetivo  y aplicable a todo el mundo por igual sino establecer un buen punto de partida que podía resultar útil para muchos de nosotros. Enfatizamos la idea de que el bienestar, tener una vida plena, es algo que se cultiva y no que viene dado por azar.

El post de hoy quería centrarme en dos de los vértices del pentágono: el conocimiento y la meditación. Y hacerlo a través de un post personal en el que quiero compartir algunas de las vivencias que han configurado a  la persona que soy ahora.

No recuerdo cuando empecé a pensar explícitamente en la felicidad. La filosofía y la psicología no captaron mi atención hasta bastante pasada la adolescencia; a los quince prefería claramente ver “Cosmos” que “La Clave”, y leer “Fundación” antes  que “Los pilares de la tierra”. Sí que recuerdo que mi ideal de personalidad era Spock. Como no leí el “Error de Descartes” hasta pasados los treinta, el pensamiento crítico en ausencia de emociones era mi ideal de perfección.

Empecé a pensar más detenidamente en la felicidad en la universidad. La carrera de matemáticas no me resultó nada fácil y estaba absolutamente segura de que al acabarla sería feliz para siempre. Era el tener que volver cada mañana a ese edificio antiguo y desangelado, el tener que hacer esos exámenes interminables lo que me impedía ser feliz. Aún recuerdo caminar hacia el panel de notas de la última asignatura con el corazón golpeándome el pecho y llenar los pulmones del humo de un Ducados como si nunca más pudiera volver a fumar. Entre la felicidad y yo sólo se interponía esa asignatura.

Y efectivamente acabar la carrera me hizo muy muy feliz. Me sentía ligera y con ganas de sonreír siempre. La mezcla de suerte y empeño que se necesita para que las cosas vayan bien se unieron en esa época y encontré trabajo rápido en el departamento de riesgos de Caixabank y empecé a salir con el que ahora es mi marido. Todo era perfecto e iba a ser feliz para siempre …

… y casi sin darme cuenta el haber acabado la carrera dejó de hacerme tan feliz. El cambio fue infinitesimal, día a día, como si la fuente de esa felicidad se fuera agotando de forma casi imperceptible.  La estocada final se la dio la muerte de mi padre, tras una enfermedad larga. No creo que sepa describiros la sensación que me envolvió durante meses: era como vivir envuelta una bruma de miedo, rabia, odio, angustia, dolor …  Una mano invisible retorcía la boca de mi estómago de forma perpetua y la vida perdió todo el sentido. Pensaba que nunca más volvería a ser feliz. El mundo había pasado a ser un lugar horrible lleno de dolor en el que sucedían cosas horribles sin que uno pudiera hacer nada para evitarlo. ¿Cómo iba a ser posible  la felicidad en ese mundo?

…  y casi sin darme cuenta la mano que retorcía mi estómago fue disminuyendo su presión. Empecé a interesarme por actividades nuevas como la meditación y el yoga, volví a quedar con amigos y  recuperé el interés por mi trabajo…

… y con el interés por el trabajo empezó  la preocupación por el dinero.  Al principio sólo era una idea que me sobrevenía de tanto en tanto sin demasiada fuerza: “debería ganar más dinero”. Pero poco a poco, también de forma imperceptible, fue ganando fuerza hasta convertirse en un contundente “cuando gane más dinero seré feliz”, “es sólo cuestión de ganar más dinero”. En ese entonces ya había cambiado de trabajo a  trader de opciones de divisa en el mismo banco,  en el que sigo desde entonces. Los mercados financieros resultaron ser un buen trabajo para mí: intelectualmente estimulante y siempre lleno de novedades y de retos. Pero también muy muy estresante. Y así pasaron unos años, sabiendo que entre la felicidad y yo sólo se interponía la falta de dinero.

Es curioso que no reflexionara ya en ese entonces que conocía bastante menos de la felicidad de lo que me pensaba: ni la carrera me había dado felicidad eterna ni la muerte de mi padre me la había quitado para siempre. Pero no, no lo reflexioné, estaba demasiado ocupada en diseñar estrategias para ganar más dinero.

Y tras muchos años el dinero llegó: pude comprarme todos los libros que quise, y entré en muchas de las tiendas que miraba desde el escaparate de adolescente. No podía comprarme un yate pero sí pude satisfacer la mayoría de pequeños impulsos consumistas.  Ahora ya podía ser feliz.

¿Sabéis cómo continúa esta historia verdad?

Después de la compra de unas cuantas chaquetas de piel y de muchos libros me di cuenta de que la felicidad que me aportaban esas compras no duraba demasiado. De hecho duraba bastante menos que la de acabar la carrera. Y además vino la crisis de 2008 con nuevas preocupaciones. Y pasados los cuarenta el estrés me pasó factura y empecé a tener algunos problemas de salud.

Vamos, que tampoco tener dinero fue la puerta a la felicidad.  Sin duda permitía abrir alguna ventana hacia ella: la lectura de algunos de esos libros sí me hizo feliz, y los cursos que han cambiado mi vida es obvio que los pagué con dinero… pero curiosamente lo que me hizo más feliz no fue lo que yo pensaba. Rousseau ya nos lo recordaba:  “todos los hombres desean ser felices, pero para poder serlo primero se necesita entender qué es la felicidad”.

A finales de 2016 realicé una formación  de cinco semanas que sí cambió mi vida, “Cultivating Emotional Balance Teacher Training”. Dejo para otro post los detalles de por qué cambió mi vida. La formación, como el nombre indica, te cualificaba para poder impartir el curso “Cultivando el Equilibrio Emocional”.  Como se resume en mi  web del curso https://cultivatingemotionalbalance-barcelona.com/

  • El CEB nació a partir de una de las reuniones organizadas por el Instituto Mind and Life para fomentar el intercambio entre la ciencia occidental y la tradición contemplativa budista. En la del año 2000, descrita por Daniel Goleman en el libro “Emociones Destructivas”,  el Dalai Lama  propuso a los científicos crear un programa laico que uniera “lo mejor de los dos mundos”, la psicología occidental y la meditación budista, con el objetivo de ayudar a las personas a gestionar las emociones destructivas.
  • El Dr. Paul Ekman, especialista en la expresión de las emociones y el Dr. B. Alan Wallace, erudito conocedor del budismo tibetano, aceptaron el reto y desarrollaron este programa de formación que integra ambos enfoques. En el CEB se trabajan habilidades de regulación emocional provenientes de la ciencia occidental y de las prácticas contemplativas budistas, con el objetivo de reducir las respuestas emocionales que son destructivas para uno mismo y los demás y de mejorar las relaciones interpersonales.

El formato “standard” en el que se ofrece, 43 horas de curso que combina teoría, ejercicios en grupo y meditaciones,  no se ajusta a lo que puedo ofrecer en este momento de mi vida. Pero inspirándome en cómo lo ha enfocado un muy buen amigo, Jose Luis Molinuevo, que hizo un retiro de cinco días que os recomiendo encarecidamente, voy a hacer unas mañanas intensivas de meditación inspiradas en el CEB.

En otro de esos momentos de la vida en los que la mezcla de suerte y empeño que se necesita para que las cosas vayan bien se unieron, conocí a Bernat Font, que lleva el grupo de Budismo Secular de Barcelona. Y con él y tres amigos más abrimos la WEB dharma.cat que pretende agrupar las actividades relacionadas con el dharma que hacemos. Desde el grupo de Budismo Secular se organizan unas mañanas de meditación intensivas una vez al mes  y algunas de ellas son guiadas. Será en alguno de estos “intensivos de meditación” en los que iré presentando algunas de las ideas y meditaciones claves del CEB.

El primero de estos intensivos de meditación inspirados en algunas de las ideas y meditacionesclaves del CEB será el 03 de diciembre.  El título es La infelicidad de la felicidad con minúscula”, así que tendrá a la felicidad como protagonista.

Os pongo aquí la información tal y como aparece en la web de dharma.cat salvo el plano.

Os podéis inscribir en la web y os agradecemos ya de antemano la inscripción porque permite una mejor organización.

Matí de meditació: La infelicidad de la felicidad con minúscula.

Data: 03/12/2017

Hora: 10:00 am – 2:00 pm

Lloc: Sala Aktivität bcnhttp://www.dharma.cat/locations/sala-aktivitat-bcn/

¿Nos está queriendo imponer la sociedad una felicidad sin sentido, como sugieren algunas voces? ¿Se puede ser feliz en un mundo lleno de dolor e injusticia? ¿Nos referimos todos a lo mismo cuando hablamos de felicidad? En este intensivo de meditación intentaremos observar a la felicidad de cerca a través de meditaciones guiadas y un mínimo de contenido teórico.

¿Qué traer? Ropa cómoda, calcetines y banco de meditación. En la sala hay sillas y algún cojín de meditación, pero si lo prefieres puedes traerte el tuyo.

Precio. Este intensivo se ofrece con espíritu de generosidad (dāna). Quien lo guía lo ofrece libremente y, al finalizar la sesión, los asistentes podrán con contribuir en la medida que puedan y quieran. (Más sobre dāna aquí.)

El post está escrito con la motivación de que sea mínimamente útil a alguien en algún momento. Con humildad y actitud de aprendiz.

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