Hoy el gobierno español ha declarado Estado de alarma por quince días para frenar el contagio de coronavirus que, como ya pasó en Italia, se ha disparado en nuestro país.
La sabiduría popular tiene dichos como “no hay mal que por bien no venga”, “todo tiene su cara y su cruz”, “no hay mal que cien años dure”. Nietsche afirmó que “lo que no me mata me hace más fuerte”. Y Jung que “lo que resisto me somete, lo que acepto me transforma”.
Seguramente, ahora mismo, ante la perspectiva de estar encerrados en casa dos semanas, habiendo tenido que cancelar planes varios de ocio y trabajo, me direis “¡sí hombre! ¡Oportunidad! ¿Oportunidad de qué?” Que es lo mismo que me respondí yo a mi misma hace tres días cuando me cancelaron un curso de psicología en un hotel de Sitges que tenía en abril y una calçotada en casa de unos amigos a mediados de marzo, todo el mismo día. Esperaba ambos eventos con muchísima ilusión.
Pero no van a suceder. “Lo que resisto me somete, lo que acepto me transforma”. Después de autocompadecerme y quejarme para mis adentros un rato, el silencio momentàneo que conseguí crear en mi mente hizo surgir otro tipo de pensamiento. ¿Y si el coronavirus aparte de un problema fuera una oportunidad? Una oportunidad de ver las cosas de forma diferente, de dejar de actuar de forma automática. A veces vamos tan ràpido que, más que decidir, somos esclavos de nuestras rutinas. Quizás es el momento de probar nuevas actividades, de replantearse hábitos, de reformular objetivos y prioridades. Quizás es una oportunidad de parar.
Un oasis de tiempo en el desierto de la prisa … que nos puede llevar a abrir nuevos caminos.
A nivel colectivo puede ser el impulso que le falta al ocio y formación online y al teletrabajo. Lo que podría llevar a la creación de nuevas empresas, a la reducción de la huella de carbono, a una mayor conciliación . Quizás incluso a un aumento de la inversión en tecnología ya existente, como la holográfica, para mejorar la experiencia online o a la creación de tecnologia completamente nueva.
A nivel individual estos quince días de estar en casa sin vida social post trabajo pueden ser el momento de hacer eso que siempre posponemos. Leer aquel libro para el que nunca tenemos tiempo. Hacer un curso online para crear una página web o escribir mejor o comunicarse eficazmente o aprender física general o … Escribir un cuento o un post o un diario. Retomar el piano. Ordenar la casa y tirar todo aquello que no usamos desde hace años. Ver dos temporadas de tu serie favorita. Coser toda la ropa pendiente. Llamar por teléfono a los amigos que viven lejos. Probar ejercicio de alta intensidad (HIIT) sin moverse del sitio, movnat o animal flow o yoga.
En mi caso puedo empezar a leer “Atlas” de Anne Ryand que lleva años en mi lista de pendientes sin encontrar el momento. O hacer ese curso para mejorar mi web. Aprender a crear un podcast. Pensar en cómo tener un centro de trabajo en casa que me permita ofrecer coaching y cursos online. Hacer yoga y meditar. Volver a escribir. Recuperar la guitarra. Ordenar las fotos del móvil. Escribir este post.
“Lo que no me mata me hace más fuerte”. Si al final me contagio de coronavirus y me curo mi sistema inmunológico habrá aprendido a luchar contra una infección más. Si me contagio de coronavirus y no me curo, mi mente con tendencia a analizar todos los escenarios, incluso los pesimistas poco probables, me hace tener en cuenta también éste, habré vivido 48 años magníficos de los que he disfrutado la mayor parte del tiempo.
Así que, en cualquier caso, la opción de vivir de forma confiada y serena el presente, aceptando a Covid 19 como lo que es, un virus que interrumpe mi vida cotidiana, es como escojo vivir estas semanas. Con la certeza de que, a veces, podemos transformar los problemas en oportunidades.

Un comentario sobre “Coronavirus: transformar un problema en una oportunidad.”