Generosidad.

Dāna es una palabra pali que significa “donativo”; de hecho viene de la misma raíz indoeuropea. En el budismo del sur de Asia se utiliza para referirse al sistema que ha mantenido vivas y transmitido las enseñanzas durante siglos. Aún hoy, muchos monasterios y centros de meditación no tienen ninguna tarifa para la estancia o los cursos y se mantienen gracias a la generosidad de los laicos de la zona y de los asistentes, que siempre tienen la posibilidad de hacer donativos para que el centro pueda seguir ofreciendo el dharma en el mismo espíritu.

En occidente, algunos maestros y tradiciones siguen este modelo o la adaptan: eventos libres, precios para cubrir gastos, modelos de tarifas múltiples (estándar, reducida, solidaria), becas para gente en dificultades, etc. Todos estos sistemas intentan suavizar o eliminar la barrera económica y, a la vez, sirven para cultivar la generosidad, una virtud bastante olvidada en el modelo económico actual. En este sentido, se sustituye el paradigma de ‘proveedores de un servicio’ / ‘consumidores’ por uno de comunidad, que se une para hacer posible un evento como un retiro o taller de meditación, apoyando a quien ofrece instrucciones e, indirectamente, a quien tiene menos recursos. También pasamos a formar parte de una cadena de generosidad: a menudo organizar una actividad y cubrir los gastos es posible gracias a las contribuciones de personas en el pasado, personas que quizás no conocemos. Con las contribuciones presentes hacemos posibles eventos futuros que podrán beneficiar a otros (¡o a nosotros mismos!).

Toma lo que necesitas, da lo que puedas.